Comienzos y finales

… y empezar así el día

como sí conspirase el destino

aún con el aroma a cafe

en esos tejados soñolientos 

sigo percibiendo el olor de tus cabellos en la almohada

Como sí la noche no quisiese marchar

así estoy yo, sin querer que acabe

Despertar y percatarse de que todo…

Todo fue un sueño erótico

de cuerpos desnudos 

encontrándose en la medianera

de ese lecho de sábanas gastadas

… te quiero onírica hada 

Te fuiste amanecer de verano

Las rutas…

Antes siempre estaba dispuesto a partir, sin rumbo, sin coordenadas a las que ceñirme. Pero eso era antes.

Ahora parto para volver, no se por qué, pero ahora vuelvo a ti, como un trozo de ferro, atraído por la piedra imán magnetizada que atrae todo el material del que están hechos mis sueños.

La mañana se quedó dormida y no madrugamos, mientras, ambos, teníamos ganar de seguir en la cama. Nos mirábamos, sin decir nada, pero conociéndolo todo… hay veces que entre tú y yo solo nos basta una mirada, una sonrisa o solo una caricia para intuir, vaticinar o percibir lo que nuestro cuerpo desea, lo que nuestras almas anhelan.

Los besos no tardaron en llegar, mientras encima el uno sobre el otro estaban. Tu respiración empezó a cambiar, veía tu aliento de rosas y escuchaba el tacto de tu piel desnuda en mi cuerpo. Las sábanas, que siempre fueron muy sabias, se transformaron en suaves hojas que nos sostenían.

De entrada, sacaste tu mano atrapada por la mía, para pasear por toda mi espalda en suave y rítmica sintonía a la respiración. Decidiste dejarla en mitad, para suavemente apretar tu cuerpo junto al mío.

Ambos ya desnudos, embocada la serpiente, me dirigiste:

-suave… despacio… así… susurrándolo al oído. Tu voz salía cálida, algo ronca y entrecortada.

Abrí mis ojos, dejando de besar tu cuello y labios y me quedé sumergido en tu pupila gris sin dejar el ritmo interpuesto para tu goce. En aquel momento, tenías los ojos cerrados, pero sentiste como mis negros y mentiros ojos se clavaban en ti… lo percibiste y me dejaste que sumergiera no solo en tu mirada, sino en tu alma…

Viendo tu goce, decidí tomar otro rumbo, baje muy lentamente a las montañas que antes estaban aprisionadas y bajé para conquistarlas, para besarlas, con suerte de lengua. Mientras tus manos se enfocaron en los rizos de mi cabeza, escuchando de nuevo el vaho de placer que se escapaba de tu boca. Escuchar aquel goce hizo que la temperatura oscilante de aquellas sábanas subieran, queriendo las mismas, ser aún más suaves, pasando de fino hilo a terciopelo…

Los distintos efluvios corporales aparecieron, para que la lubricación de nuestros cuerpos fuese más suave… ¿no íbamos a gripar aquel motor llamado amor, no? En ese instante volviste a requerir con tus manos que te mirara, pues tus labios echan de menos los míos y me hiciste que te mirara de nuevo.

Aquella sonrisa pícara que dibujé en mi, fue la declaración de que partía… tu asombro fue mayúsculo. Noté como tu respiración se agitaba más aún… ya sabes donde me dirijo, ¿no?, pero antes de llegar, me quise entretener y parar por tu vientre y ombligo. Iba en busca de una cueva, pero no era esa. Aunque me pareció simpático parar allí y crear un instante de expectativa y misterio… ya deseabas que llegara a donde fuese…

Poco a poco, saltando a besos y caricias con mi lengua, fui al sur de tu ser… primero, encontré aquel diminuto bosquecillo pubico . El mismo se entremezcló con el bello de mi cara. Olí fuerte, quería emborracharme de aquel perfume que desprende ese barrio de tu cuerpo. Me embriague… poco a poco mis pupilas olfativas se llenaron de ese perfume fatuo. Estaba ante la puerta…

Volviste a levantar mi cara, de entre tu cuerpo afónico y tembloroso. Tu ojos entre abiertos ya conocían lo que a continuación haría mi bífida lengua perturbada, emborrachada de tu olor y adicta aquel néctar que me esperaba tras la puerta del deseo. Aquella mirada me ofreció explícitamente la venia para llamar… algunas veces es necesario pedir permiso para entrar. Lo obtuve.

Algunas veces, cuando se llama, no se golpea, sino que se acaricia, se besa, se susurra. De esta forma es más fácil que te dejen entrar. Y así fue…. Con el primer susurro lo supe. Me introduje en aquel angosto cubículo tan desconocido por mi, tan anhelado por mis gusto.

Sentí aquel escalofrío por mi espaldas, mientras empezaste a convulsionar. Estabas al principio algo tímida y viniste a reclamar mis besos y labios en otro sitio… pero me negué con determinación…. Al final ese reclamo quedó en nada y me dejaste “hacer”…

Minutos después, cuando mi sed quedó saciada, regresé por el mismo camino que me había llevado hasta aquella puerta oscura, húmeda, ardiente y carnosa… ¡que placer aún recordarlo!

Con tus finas manos volvisteis a embocar mi serpiente en la cueva donde hacía unos segundos habían estado mis labios… liberando toda una suerte de movimientos…

– despacio… así… sigue… despacio y fuerte…- empezaron a brotar aquellas palabras de tu boca, mientras volvías a reposar tus brazos a lo largo de mi tronco…

El baile espasmódico llegó… arrítmico y sin sentido que acompasaba el ritmo de nuestro deseo…

Mis gruñidos no tardaron tampoco en llegar y aquello subió aún más tus ganas, tu deseo… (se cuando alguien desea que toque su alma) y por eso fui generoso y mantuve la potencia a registro bajo… quería que esta carrera llegaras tú antes.

Esta vez fuiste generosa y al final, me esperaste en la meta, para que ambos cruzáramos sino a la vez uno detrás del otro…

Lo supe… ambos, con aquella carrera, alcanzamos cotas celestiales…

Me fui a apartar para liberarte de mi pesado cuerpo, pero llevaste mi cabeza a tu regazo y allí solicitaste tu premio conquistado… querías que te abrazara y que entráramos los dos por las puertas de Morfeo para obtener el descanso tan necesariamente deseado… tan necesariamente merecido…

Fue allí y no en otro lugar donde por fin encontré descaso y sueño a los sueños, para los sueños y por los sueños anhelados…

Por eso… my life… my rules….

Es la forma en la que suelo comunicarme cuando hablo en lenguaje universal de la pasión…

Amar….

Te amé antes de conocerte

Sin saber siquiera quién eras

Desconociendo tu rostro y sonrisa

Te vi y te ensoñé

Te acercaste a “Rose”

Pintaste su gráciles líneas de borda

empedraste su popa y afilaste la proa

al puente le distes unos tintes de orgullo y majestuosidad

… y aquel albatros que dibujaste a en primer plano

Te fuiste y te seguí amando

Sin razón o excusa…. Esperé

Tu nota lo decía bien claro,

“espérame en la playa”

Ahora que mi lomo es plateado

Que las arrugas son valles en mi expresion

Me pregunto si me reconocerás…

Da igual, yo sigo esperando al atardecer

Sigo esperando a aquel día que no llega

Sigo sentado en la playa

Donde hice castillos de arena en el aire

A la orilla del mar

El lápiz azul y el cuaderno añil

Clavado como una columna romana en mitad de la calle, él observaba como ella entraba en una tienda de manualidades, artículos de pintura y demás. Una tiendecita bastante atractiva, con escaparates, luminosa y bastante ordenada. Los tubos de las distintos oleos, y acuarelas, resultaba como si los propietarios hubiesen cazado al arcoíris y lo expusiesen como un león enjaulado. Lleno de complementos, como paletas, pinceles, caballetes incluso unos maniquís articulados de madera de pequeño tamaño para practicar la silueta del cuerpo humano.

Observaba con una extraña mirada entre asombrado y lo entrañable  de aquella estampa, como si de un mercado persa se tratase, el ir y venir de ella y como interactuaba con la dependienta. Al estar en la calle no podía oír lo que hablaban ni acertaba a imaginar aquella conversación… iba y venía por toda la tienda, mirando y preguntando por distintos productos. Él le pareció algo ajetreado, mareante, pensaba, – luego no comprara nada, ya verás-. Y seguía mientras tanto en un ir y venir hasta que se acercó a la caja.

Una vez realizada la compra, que ni siquiera él se percató que había comparado, ella cruzó la tienda con aquella mueca, que tanta gracia le hacía. Se fijó en que sus ojos chisporroteaban una sensación de diablura infantil, trastada inocente y emoción contenida por sorprender. No tenía él ni la menor idea de lo que a continuación pasaría…. Ese es querido lector, un momento que debéis grabar en vuestra memoria, son aquellos momentos que repasas una y otra vez cuando algo pasa, que deja paso al paso de las cosas, sin pausa del paso del movimiento, que quieres pausar, porque no hay por qué de no dejar pasar ese momento y quieres una pausa. Ella dijo;

  • Toma- le entrego un portaminas azul.
  • Y ¿esto?- dijo él de forma tosca y seca.

Ella sin perder en ningún momento la sonrisa que le caracterizaba, le dijo –es mágico. Con él pintarás cosas asombrosas y además la goma crece. Jijijiji- y esa sonrisa se escapó de su boca, llena de finas texturas de un lenguaje corporal que tiene aquel que sabe que ha sorprendido.

Él automáticamente guardó el portaminas mágico, casi sin prestarle la atención del que le dan algo y se lo guardo. Pero en su interior un sinfín de sentimientos se agolpaban en su mente y no sabía cómo gestionarlos. Acertó a decir un tímido gracias y lo dejó caer en el bolsillo, junto sus llaves.

A ella no se le notaba nada, no podría deciros sí sabía que había desarmado aquella fachada o estaba algo decepcionada por no haberle dado ni tan siquiera un abrazo. Algunas veces, se sabe actuar por decoro muy bien y la reacción es casi imperceptible. Quiero pensar que en el fondo ella sabía que él estaba muy nervioso y que no dejaba de mirarse la punta de sus zapatos, como hacen los niños pequeños cuando saben ¨que lo han pillado¨ como consecuencia de aquel nerviosismo.

Como ya he dicho, continuaron andando dirección al coche hablando y riendo, pero en la mirada de ella había algo… ya lo he dicho. Como él no conducía, ella lo dejó en casa. Aparcó y él se percató que había sido bastante torpe. Hoy tampoco la besaría, ya no tenía valor interior para acercarse. El remordimiento de no haber dicho nada ni haber sido lo suficiente agradecido, le tenía atenazado. Se despidieron y por la noche volvieron hablar por teléfono. Ella le seguía repitiendo la magia que aquel portaminas azul contenía y él seguía sin percatarse del poder que le había sido conferido.

A la mañana siguiente, decidió salir a dar una vuelta con uno de sus cuadernos de ideas. Vio el portaminas azul y pensó que conjuntaba con su cuaderno añil. Así que lo cogió y se fue. Al llegar al sitio donde solía producir, sacó de su bolsa el equipo y se dispuso a crear algo. No había escrito nunca con lápiz y además la goma del mismo crecía. Un buen invento para borrar las malas ideas y superar la técnica del tachón que en él era tan habitual.

Como fuesen las cosas, cogió aquel lápiz azul y se dispuso a dibujar algo. Todo lo que plasmaba le parece horrendo. Claro, él nunca dibujo bien. Pensó, -este lápiz no tiene nada de mágico, este lápiz es un simple lápiz.- Mientras estaba en aquel sitio recibió un mensaje de ella, para darle los buenos días. Él le dijo que estaba en su rincón de pensar y que estaba con el portaminas azul que le había regalado. Quería ser cortes

Aun siendo un mensaje se intuía lo que le constato. -¿Si? Un emoticono de emoción y seguidamente le escribió ¿y ya has pintado con él? Me gustaría que le hicieras una foto y me mandaras lo que has pintado-

Él le dijo que aquel portaminas no haría que dibujara mejor, casi apenas sabia dibujar y todas sus representaciones pictóricas parecían sacadas de la mente de un perturbado tembloroso sin trazo alguno y sin el menor sentido de la proporción, espacio….

Ella le contestó con una onomatopeya y emoticonos a su mensaje que le había hecho mucha gracia, para a renglón seguido animarle a que siguiera ¨pintando¨. Pero él seguía en su ceguera.

No sé por qué, la conversación quedo ahí y prosiguió, tomando notas y plasmando ideas. Ideas que cada vez le parecían más buenas, más acertadas, más inspiradoras. Y fue en ese mismo momento donde expreso lo siguiente;

Podrás reproducir todos los tonos cromáticos en tu paleta.

Dibujarás con acierto todas las siluetas de este paisaje.

Empero no podrás pintar la emoción provocada en mí.

….. porque contigo en mi pecho, me siento un Titán.

La cara de asombro de él quedó patente incluso para sí mismo… se dio cuenta de la magia de aquel portaminas azul y como dibujaba, pues el trazo de la grafía de las letras de aquel poema improvisado, se había convertido en la mejor ¨pintura¨ que en su vida había realizado y fue ahí, y no en otro momento, cuando la PALABRA, desde hacía ya muchísimo tiempo, pudo vencer y venció a todas la imágenes. Fue donde tomó su revancha la caligrafía y superó a la magia de pintar, lo que no sabía hacer con sus torpes trazos sobre el lienzo, lo consiguió con aquellas letras esbeltas y suaves, salidas casi de un grafista profesional.

Desde entonces, aquel portaminas azul, acompañado del cuaderno añil produjeron los más bellos cuadros hechos de trazos caligráficos y de signos de puntuación, que producirían más emoción que cualquier imagen.

(Gracias por mi portaminas azul. Se merecía esta historia)

Y la primavera….

Es curioso…
pero, las rosas más bellas
siempre florecen en invierno,
No se por qué, pero es así

Me asombra el florecer
de flores en ausencia de primavera
en ausencia de calor y sol,
pero aunque sea así, florecen…

Un paralelismo con el amor
aunque parezca desgastado,
frío y monótono, y sin primavera,
sin clima cálido, ni palabras bonitas
en ausencia de todo…
seguirá floreciendo esta rosa…

La más bella de las rosas…
… Tu eres esa rosa!